martes, 28 de agosto de 2007

Incómodo poema de amor y odio

País adorable e ingrato
¿Por qué te empeñas en el beso y en el golpe?
¿Qué crueldad ingente te lleva
a ofrecer el pan y a quitarlo?
¿A dar agua
con augurios de mar gruesa?
¿Qué indecible maldad te hizo poner
un murmullo alegre de zenzontle
en la ruta de la diáspora?
¿Y la victoria de los conacastes
como sombra de los muertos?
¿Qué retorcida naturaleza hace
que tiendas un cielo limpio
ante los ayunos y las súplicas
ante la columna de humo
de nuestros holocaustos?

Eres peor que Cronos
peor que un Tántalo mestizo.
De tu ira patológica
alguien nos recompuso
pero nos faltó un hombro
y el otro
y las manos
el tiempo se comió nuestros ojos
marchamos sin boca
laceraron nuestros tobillos
arrancaron nuestras narices
la memoria se nos olvidó
desde el bautizo de sangre
que desraizó nuestra herencia náhuatl
Solo nos dejaron la herida abierta
que llora y llora
y se extravía peligrosa
haciendo citas con la venganza

¡Ay país, país!
viejo padre sin hijos
como quisiera evitarte el brutal incendio de la zafra
el amargo sabor que ya conoces
de la melaza quemada
salvarte de los espolones del palenque
del degüello infernal de las reses
Pero no sé quién te hizo de ese barro duro
de esos barrancos sin nombre
de esas piedras soberbias
que no sienten más que la sombra
de los pasos presentes

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