Te aconsejaron no hacerlo
y lo hiciste
volaste alto
buscando la gloria y el incienso místico
de los cielos de Lebintos y Calimne
En tu estrepitosa caída
irónicamente
no hiciste más que elevarte
La cera de tus alas
tomó la terrible mano de la historia
e inmortalizó tu nombre
en el panteón sagrado de la rebeldía
Enmarcadas entre los lirios negros
que pueblan las tumbas de los hombres libres
yacen tus cenizas jóvenes
tu ambición chamuscada
De haber llegado a Sicilia
vivirías en las sombras
serías nadie
apenas
quizás
el aburrido aprendiz de un arquitecto
al servicio del rey Cócalo
sábado, 11 de agosto de 2007
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