Con perdón de los ciegos que ven mejor que nosotros
I (De un lado de la pita...)
Sigues pizpireta e hipócrita
irremediablemente incestuosa y lúbrica
abriéndote ante las fuerzas de poderes extranjeros
Más de cien años no te han servido de nada
ni los morteros, ni los cuetes,
ni los tantos chispediablos,
pedos rusos, buscaniguas, quiebradientes,
shancacas y totopostes de pólvora
y güishtes con rumor a sangre
que nos hiciste hartar
ni las torundas en la carne
herida, que nos dejó tu apocalíptica conflagración
con las ideas sinosoviéticas
ni el gusanal hediondo que dejó el collar de muertos
que llevas colgado en tu pecho
cerquita de tu rosario de plata
alteraron tu egoísmo legendario
Solo te cambiaste los aires
dejaste el tufo a tierra
mojada de cafetal
por el de las arcas abovedadas de la usura
Y ahora ya renovada
te paseas embikinada bajo el sol
dejándole al sempiterno verano cocer
tus purulentos barros, manchas,
celulitis, estrías
mezquinos y desgarros
cachimbo de granos,
infinitud de pruritos y millón de asperezas cochinas.
Sigues como si nada
indolente
con tu licorcito importado
y tus viandas importadas
y tu moneda importada
y tu pelo postizo
y tu pecho operado
y tu voluntad manoseada
y tu playa que es tan tuya
como el idioma que balbuceas
para no hacerte entender
por la legión de abigarrados ignorantes
muertos de hambre, pidiches, malandros
viciosos hijos de puta, rateros
a los que no le diste pases vi-ai-pí
para entrar a tu paraíso de los cielos
a tu país de la acumulación ingente
Allí, donde duermen con un ojo abierto
los laureados chafarotes de la patria
Necia ramera
en ese porfiado camino
en el que rezumas tu indiferencia
el viejo barbudo seguirá siendo
un monstruo que se acercará entre tus oscuros y febriles sueños
para darte un beso empolvorado
y desearte buenas noches.
II (... y del otro, hasta que se vuelva a romper)
De ti iba a salir la luz,
trémula al principio
centelleante al final,
que iba a guiarnos hacia la sociedad nueva
vanguardia incólume
pilar fundamental
antorcha encendida
cabeza innegable
del plan maestro de la dictadura del proletariado
Tu apoteósica infalibilidad
erigió sueños
Fervientes feligreses de tu megalomanía
de ya se imaginaban ejemplares soviets,
laboriosos kolkhoz
jornadas voluntarias de trabajo
cánticos gloriosos,
monumentales marchas que
ensalzaran la templada figura de tus líderes.
En tu rigor téorico
Deliraste
y pensaste obreros donde pululaban descalzos y desdentados campesinos
trigales donde crecía, exigua, la tibia flor del maíz
Bajo tus incuestionables designios
miles se lanzaron a las gargantas insaciables de las trincheras
No escatimaste esfuerzos en el descomunal derrame de sangre
que alimentaba a tu urgente y voraz locomotora
Para los que hablaban por bajo
poniendo en duda la determinante y dialéctica voluntad
que transforma los vericuetos de la historia
les reservaste un cuarto de lujo en el mejor de los gulags
te cobraste sus nombres
y los volviste gusanos del imperio,
perros pequeñoburgueses, orejas,
agentes secretos de la CIA,
traidores, poetas, revisionistas
aventureros, enemigos de clase.
Y los hiciste
comida de buitres en algún paredón,
barranco o cruce de caminos
mondongo para las hienas
capulín para los vampiros.
Chucha ególatra y cuta
y ciega
te comiste vos misma
Entre férreas dentelladas estalinistas y utópicas mordidas foquistas
(trotskismos, maoismos y castrismos de por medio)
asistimos al triste espectáculo de tus tripas descompuestas
Pero aún así cojeabas y sigues cojeando
Desde tus acolchonadas curules
donde arrellanas hoy tus decimonónicas nalgas
melancolizas
tratando de encender de nuevo
el anquilosado motor de la lucha de clases
momia exhumada
cargamento soviético de trigo vencido
tirana de la ideología
hacedora de esclavos
se te acabaron las ideas para luchar contra el mercado
¿Por qué no te jubilas y pateas mundo?
Y te haces consultora.
Doctoral profesora de alguna universidad británica.
sábado, 25 de agosto de 2007
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