viernes, 10 de agosto de 2007

El azuzador de Uppsala

A Ingmar Bergman, por ayudarnos a buscar

Terminaste tu cruzada y te hiciste grande
sembrando dudas abiertas y crudas
Pero al final, en esa última jugada
también perdiste
solo tuviste el tiempo
para regalarnos una obra fecunda y vibrante
que quedó resonando en el ábside del universo

un hilillo de oro para seguir buscando
para nosotros
huérfanos
que en el laberinto de Dédalo
día a día vemos también
-sin importar de qué lado juguemos-
caer nuestros reyes

Ahora te imagino fresco
flotando en la inexistencia del tiempo
lejos de tu puritana Uppsala
y sus puritanos pastores
y sus cuartos oscuros

te figuro hablándole a Dios
¿Te escucha? ¿Te habla?
O sigues encontrando
solo
y nada más
el mismo eco filosófico
de tu propia alma

Y es tu alma
la que responde
la que crea de nuevo
la divina presencia del innombrable
la que trasciende
transmigrando hacia mundos desconocidos
donde se esconde la indescifrable naturaleza del amor

Yo te veo nítido
Parado en ese sol que ya no te quema los pies
Ya puedes abrir tu sello
la peste no es nada
ni siquiera da miedo
Tú mejor que nadie sabes
que el peor castigo es tener preguntas
que nadie puede responder

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