Yo amaba tu voz profunda y clara
mis auroras las soñaba en una playa de Normandía
llena de coquilles St-Jacques
(Maia y Mateo
vestidos de blanco
jugando sobre la arena)
La vida la imaginé
larga y afable
como la noche de Granada
compartiendo un pan campesino
cálido y aromático
Ahora hasta los árboles de Miramundo
me niegan la sombra
Mi casa no es mi casa
El presente es un cadáver marchito
que se me atora en el pecho
con la precisión de una máquina suiza
Cultivé esperanzas
y a cambio cosecho malezas
Por la noche me espantan
no encuentro reposo en la obra de Cézanne
Prévert se bebe el poco aceite de mis lámparas
Mis hijos no llegaron.
En la oscuridad de San Ignacio
me persigno
guardo silencio
aterrado, oigo el mistiricuco pasar
jueves, 9 de agosto de 2007
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