(A Francisco, après sa mort)
Vivo de milagro y apenitas
porque a diferencia de otros
nadie ha decidido ponerme aún una cruz sobre la frente.
Vivo incómodo y escondido
agazapado, mitad inerte, mitad dormido
acaso para no sufrir que el infierno son los otros
Vivo, a veces mal y a veces peor
como solo se puede vivir entre los tuyos
fugitivo de la pegajosa fugacidad que nos envuelve
Y si paso de hoy
¿le pondrán precio a mi cabeza?
Y si me quedo
¿marcharé lúgubre hacia el cadalso?
Y si así es, que así sea
Y sea rápido
Mañana al amanecer no quiero ver tu cara
maldita ciudad de mierda
tu nombre de santo no alcanza a cubrir
tu lascivia
tu obscena obsesión por la sangre de los inocentes.
miércoles, 8 de agosto de 2007
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