martes, 7 de agosto de 2007

Manifiesto

Quién desea hacerse un nombre entre sus nombres
Rivas, Menen, Dalton, Armijo
tomar la Minerva a patadas
darle baños de asiento
tirarle una pedrada y dejarle un soberano chindondo
sacudirla, desmoronarla y refundarla
piedra por piedra,
hasta dejarla nuevecita, resplandeciente, adecentadita
como niña bien, de sexo virgen

Quien desea darle fuego a la bandera
recortar con el filo de los versos, los bigotes de los militares
soltar una frase de mecha corta
que nos remueva el letargo, el luto, la pesada herrumbre del egoísmo
y escribir un país incómodo, sin paredes, ni alambres de púas
Inquieto, vivaracho, bonachón
como bohemio educado, pasado de copas

Quién desea sentarse en la ancha mesa de Dios
recibir una ardiente bofetada y aún así seguir sonriendo
buscar excusas para escupir, injuriar y beber
Mirar los translúcidos calzoncitos de las niñas
Y luego gritar, como un loco
como un urogallo entre las coníferas

Y sin embargo, no
nadie
pobres de nosotros
que renegamos de ustedes
malditos poetas
malditos
exiliados a Casiopea de donde nunca debieran regresar
caínes de la Tierra
prestidigitadores de desgracias
heraldos de la ruina y la confusión
descreídos, jayanes, borrachines,
vagabundos, aventureros, malablados

Y, sin embargo, no
nadie
pobres de nosotros
que marchamos en la bruma
con la altiva certeza del clarividente
ciegas luciérnagas
ciegas
cebadores de tripas
famélicos de reconocimiento
mojigatos, ignorantes, cazabrujas
apáticos, temerosos, rastreros

Urgentemente habrá
que recuperar la palabra sincera
el gesto simpático y buenumorado
la respuesta corrosiva
revalorar la postura incorrecta
poner de moda
otra vez
el absurdo
desterrar quizás
y por qué no
de una vez por todas
-estúpido hombre masa-
perniciosos y cargosos vocablos
riqueza
fama
consumo
dinero

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