lunes, 29 de septiembre de 2008

Plegaria por el buen descanso

A Álvaro Menén Desleal

Cuando hubo de presentarse ante ti, Señor
con su suetercito blanco espinado aún
de juguetones pelitos de viejo dálmata
y su ácido humor inveterado
La barba cana desprovista de maneras
dignas de observarse en un rito funerario
espero que hayas sido calmo
lento a la ira
hayas olvidado tu santo protocolo canónico
y lo hayas hecho entrar, sin más
con el gesto de aquel que recibe a un amigo que vuelve

Que no haya pesado más en ti
su loca aspereza provocadora
su enconada desavenencia con el civismo
sanguinario de los dictadores
que le hizo cosechar exilios y el odio
de más de alguna de tus fieles santurronas

Que por el contrario hayas hecho a un lado
por una vez, tu inquebrantable compostura
y te haya sentado bien su cinismo manifiesto
Que hayan compartido una copita de vino
y ya a la vera de la tarde
hayas hecho reposar sus infatigables alpargatas
y lo hayas conducido a deleitarse
en tu celestialísima biblioteca
donde solo entran
-Y así sea por los siglos de los siglos-
Los mejores y más depurados arquitectos de la palabra

Apología del retorno

A mis amigos

Cuando mi vida toque diciembre
plántale cara al gris de la tarde
y no llores
Paséate entre el murmullo de los parques
como un día cualquiera
y redescubre río arriba
aquel lejano primer deshielo de la primavera
en que salimos jubilosos
como nuevos críos
a corretear la polinización bajo el tierno sol de la mañana

Rememora las inflamadas risas del verano
Las tabernas de las grandes ciudades
Las tramposas mieles de la altivez
que nos hicieron pensar
que todo era para siempre

Y sobre todo, no olvides
las arrebujadas nubes que acompañaron la caída de las hojas
cuando el mundo a media luz
hacía presagiar ya el momento presente

Entonces vuélvete
No mires río abajo para renegar de la corriente
Piensa en que tal vez
y solo tal vez
nos encontraremos de nuevo
en algún otro lugar
en algún otro enero