martes, 28 de agosto de 2007

Incómodo poema de amor y odio

País adorable e ingrato
¿Por qué te empeñas en el beso y en el golpe?
¿Qué crueldad ingente te lleva
a ofrecer el pan y a quitarlo?
¿A dar agua
con augurios de mar gruesa?
¿Qué indecible maldad te hizo poner
un murmullo alegre de zenzontle
en la ruta de la diáspora?
¿Y la victoria de los conacastes
como sombra de los muertos?
¿Qué retorcida naturaleza hace
que tiendas un cielo limpio
ante los ayunos y las súplicas
ante la columna de humo
de nuestros holocaustos?

Eres peor que Cronos
peor que un Tántalo mestizo.
De tu ira patológica
alguien nos recompuso
pero nos faltó un hombro
y el otro
y las manos
el tiempo se comió nuestros ojos
marchamos sin boca
laceraron nuestros tobillos
arrancaron nuestras narices
la memoria se nos olvidó
desde el bautizo de sangre
que desraizó nuestra herencia náhuatl
Solo nos dejaron la herida abierta
que llora y llora
y se extravía peligrosa
haciendo citas con la venganza

¡Ay país, país!
viejo padre sin hijos
como quisiera evitarte el brutal incendio de la zafra
el amargo sabor que ya conoces
de la melaza quemada
salvarte de los espolones del palenque
del degüello infernal de las reses
Pero no sé quién te hizo de ese barro duro
de esos barrancos sin nombre
de esas piedras soberbias
que no sienten más que la sombra
de los pasos presentes

sábado, 25 de agosto de 2007

Palos de ciego

Con perdón de los ciegos que ven mejor que nosotros

I (De un lado de la pita...)

Sigues pizpireta e hipócrita
irremediablemente incestuosa y lúbrica
abriéndote ante las fuerzas de poderes extranjeros
Más de cien años no te han servido de nada
ni los morteros, ni los cuetes,
ni los tantos chispediablos,
pedos rusos, buscaniguas, quiebradientes,
shancacas y totopostes de pólvora
y güishtes con rumor a sangre
que nos hiciste hartar
ni las torundas en la carne
herida, que nos dejó tu apocalíptica conflagración
con las ideas sinosoviéticas
ni el gusanal hediondo que dejó el collar de muertos
que llevas colgado en tu pecho
cerquita de tu rosario de plata
alteraron tu egoísmo legendario
Solo te cambiaste los aires
dejaste el tufo a tierra
mojada de cafetal
por el de las arcas abovedadas de la usura
Y ahora ya renovada
te paseas embikinada bajo el sol
dejándole al sempiterno verano cocer
tus purulentos barros, manchas,
celulitis, estrías
mezquinos y desgarros
cachimbo de granos,
infinitud de pruritos y millón de asperezas cochinas.
Sigues como si nada
indolente
con tu licorcito importado
y tus viandas importadas
y tu moneda importada
y tu pelo postizo
y tu pecho operado
y tu voluntad manoseada
y tu playa que es tan tuya
como el idioma que balbuceas
para no hacerte entender
por la legión de abigarrados ignorantes
muertos de hambre, pidiches, malandros
viciosos hijos de puta, rateros
a los que no le diste pases vi-ai-pí
para entrar a tu paraíso de los cielos
a tu país de la acumulación ingente
Allí, donde duermen con un ojo abierto
los laureados chafarotes de la patria
Necia ramera
en ese porfiado camino
en el que rezumas tu indiferencia
el viejo barbudo seguirá siendo
un monstruo que se acercará entre tus oscuros y febriles sueños
para darte un beso empolvorado
y desearte buenas noches.

II (... y del otro, hasta que se vuelva a romper)

De ti iba a salir la luz,
trémula al principio
centelleante al final,
que iba a guiarnos hacia la sociedad nueva
vanguardia incólume
pilar fundamental
antorcha encendida
cabeza innegable
del plan maestro de la dictadura del proletariado
Tu apoteósica infalibilidad
erigió sueños
Fervientes feligreses de tu megalomanía
de ya se imaginaban ejemplares soviets,
laboriosos kolkhoz
jornadas voluntarias de trabajo
cánticos gloriosos,
monumentales marchas que
ensalzaran la templada figura de tus líderes.
En tu rigor téorico
Deliraste
y pensaste obreros donde pululaban descalzos y desdentados campesinos
trigales donde crecía, exigua, la tibia flor del maíz
Bajo tus incuestionables designios
miles se lanzaron a las gargantas insaciables de las trincheras
No escatimaste esfuerzos en el descomunal derrame de sangre
que alimentaba a tu urgente y voraz locomotora
Para los que hablaban por bajo
poniendo en duda la determinante y dialéctica voluntad
que transforma los vericuetos de la historia
les reservaste un cuarto de lujo en el mejor de los gulags
te cobraste sus nombres
y los volviste gusanos del imperio,
perros pequeñoburgueses, orejas,
agentes secretos de la CIA,
traidores, poetas, revisionistas
aventureros, enemigos de clase.
Y los hiciste
comida de buitres en algún paredón,
barranco o cruce de caminos
mondongo para las hienas
capulín para los vampiros.
Chucha ególatra y cuta
y ciega
te comiste vos misma
Entre férreas dentelladas estalinistas y utópicas mordidas foquistas
(trotskismos, maoismos y castrismos de por medio)
asistimos al triste espectáculo de tus tripas descompuestas
Pero aún así cojeabas y sigues cojeando
Desde tus acolchonadas curules
donde arrellanas hoy tus decimonónicas nalgas
melancolizas
tratando de encender de nuevo
el anquilosado motor de la lucha de clases
momia exhumada
cargamento soviético de trigo vencido
tirana de la ideología
hacedora de esclavos
se te acabaron las ideas para luchar contra el mercado
¿Por qué no te jubilas y pateas mundo?
Y te haces consultora.
Doctoral profesora de alguna universidad británica.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Fin de camino

Nos encontraremos más tarde
libres y ligeros
como dos amigos
que se encuentran en un parque
y hablan de las cosas simples
e ingenuas
de los árboles
de los pájaros
de los guijarros
del cielo
y del sol
Pero seremos viejos
y las palabras se deslizarán de nuestros labios
como crisálidas
condenadas a la eternidad
como semillas estériles
carentes de sentido

lunes, 20 de agosto de 2007

Aquí entre nos

Sé que no vendrás
y eso da razón a mi espera
No se aguarda sino aquello que no se tiene
No regreses
dame el delicioso y perverso placer
de idealizarte
de tallarte en la perfección de la palabra

Devoción Pagana

I (Ostara)

Tu cuerpo era la sorpresa diaria
El altar bendito donde acercaba
las velas ungidas de mis ofrendas

En ti crepitaba el fuego crepuscular de los rituales
Era el tiempo de la fiesta de las antorchas
Un cruce de caminos
donde nacía el equinoccio de la primavera

II (Litha)

Tu cuerpo era la acariciada promesa
una danza de praderas
en el azur de la bruñida cara de junio

En ti se consumían las cicatrices del pasado
Era el tiempo de las hogueras purificadoras
La noche brevísima
donde retrocedía la maldad primigenia

III (Samhain)

Tu cuerpo era el fruto de la tierra
El silencio de la oscuridad
donde sacrificaba mis debilidades

En ti se abrían los insondables arcanos del infinito
Era el tiempo de la muerte que no asusta
El paso definitivo
donde comulgaba con lo eterno

IV (Yule)

Tu cuerpo era el mundo durmiendo
La espera atenta de una chispa
que despejara la más larga de las madrugadas

En ti germinaba la simiente divina
Era el tiempo paciente que aguarda los retoños
El sabio ritmo de la vida
que continúa muriendo y resucitando

Lógica Cristiana


Si la verdad nos haría libres, ¿por qué nos fue negado el fruto del árbol de la ciencia?

sábado, 11 de agosto de 2007

Ícaro

Te aconsejaron no hacerlo
y lo hiciste
volaste alto
buscando la gloria y el incienso místico
de los cielos de Lebintos y Calimne

En tu estrepitosa caída
irónicamente
no hiciste más que elevarte

La cera de tus alas
tomó la terrible mano de la historia
e inmortalizó tu nombre
en el panteón sagrado de la rebeldía

Enmarcadas entre los lirios negros
que pueblan las tumbas de los hombres libres
yacen tus cenizas jóvenes
tu ambición chamuscada

De haber llegado a Sicilia
vivirías en las sombras
serías nadie
apenas
quizás
el aburrido aprendiz de un arquitecto
al servicio del rey Cócalo

viernes, 10 de agosto de 2007

El azuzador de Uppsala

A Ingmar Bergman, por ayudarnos a buscar

Terminaste tu cruzada y te hiciste grande
sembrando dudas abiertas y crudas
Pero al final, en esa última jugada
también perdiste
solo tuviste el tiempo
para regalarnos una obra fecunda y vibrante
que quedó resonando en el ábside del universo

un hilillo de oro para seguir buscando
para nosotros
huérfanos
que en el laberinto de Dédalo
día a día vemos también
-sin importar de qué lado juguemos-
caer nuestros reyes

Ahora te imagino fresco
flotando en la inexistencia del tiempo
lejos de tu puritana Uppsala
y sus puritanos pastores
y sus cuartos oscuros

te figuro hablándole a Dios
¿Te escucha? ¿Te habla?
O sigues encontrando
solo
y nada más
el mismo eco filosófico
de tu propia alma

Y es tu alma
la que responde
la que crea de nuevo
la divina presencia del innombrable
la que trasciende
transmigrando hacia mundos desconocidos
donde se esconde la indescifrable naturaleza del amor

Yo te veo nítido
Parado en ese sol que ya no te quema los pies
Ya puedes abrir tu sello
la peste no es nada
ni siquiera da miedo
Tú mejor que nadie sabes
que el peor castigo es tener preguntas
que nadie puede responder

Plagio

Nada es original. Esta frase también la copié de algún lado.

Complejo

Por rocambolescas maromas me esmero
en la afanosa dilución de tu memoria
testarudo obrar sinsentido
tu nombre se adhiere obtuso y pletórico
en la corteza continua de los días

Sencillo

Trato por todos los medios posibles
de olvidarte
Pero es inútil
tu nombre se sigue colando
necio y abundante
en el duro transcurso de los días

Económico

A pesar de todas las medidas implementadas
y encaminadas a su reducción
la tasa de su inflación nominal diaria
continúa mostrando una tendencia clara de estancamiento
sin mejoría evidente

Jurídico

Certifíquese ante el infrascrito
que habiendo el interesado, efectuado
todos los trámites correspondientes
para la anulación perentoria
de los archivos identificatorios
de la consignada
quedose esta moción sin efecto
por no encontrarse suficientes razones meritorias
que posibilitaran
la anulación de dicho proceso

jueves, 9 de agosto de 2007

De arte naïf

Yo amaba tu voz profunda y clara
mis auroras las soñaba en una playa de Normandía
llena de coquilles St-Jacques

(Maia y Mateo
vestidos de blanco
jugando sobre la arena)

La vida la imaginé
larga y afable
como la noche de Granada
compartiendo un pan campesino
cálido y aromático

Ahora hasta los árboles de Miramundo
me niegan la sombra
Mi casa no es mi casa
El presente es un cadáver marchito
que se me atora en el pecho
con la precisión de una máquina suiza

Cultivé esperanzas
y a cambio cosecho malezas
Por la noche me espantan
no encuentro reposo en la obra de Cézanne
Prévert se bebe el poco aceite de mis lámparas

Mis hijos no llegaron.
En la oscuridad de San Ignacio
me persigno
guardo silencio
aterrado, oigo el mistiricuco pasar
La aceptación social
es un bien de mercado que no se me antoja comprar
Por eso me tomo mi cerveza impar
en el lugar de siempre
lejos de los poetas de mi generación
Ser escritor nunca fue tan fácil
como ahora
que todo tiene marca
y precio
y código de barra
vayan a ellos pues
las adulaciones
los favores políticos
el dinerito enmohecido
de alguna partida secreta
yo me quedo aquí.
Nunca he sido más sincero
que a la hora de escribir

Cuenta saldada

I
En el invierno de mi apartamento de la rue de Paris
yo también vi tu nombre dorado en mi mente
narcotizado por las afrinex añoré tu costa azul
y me puse bucólico como un cuadro de Mejía Vides
iluminando los chubascos de Bercy
los pastos verdes de los montes panchimalcos

II
Esta mañana en el metro de las cinco y treinta
una vieja me insultó
tuve ganas de mandarla a la mierda
(en el más perfecto de los salvadoreños)
y lo hice
Detesto el humor parisino que se sube en Châtelet
y se baja en Bobigny, en Bécon, en Balard, en Créteil

III
Entrada la tarde y con la fiebre a cuestas
Me desayuné un jambon-beurre
y recordé que era el cumpleaños de mi madre
desde el otro lado de la línea oí su voz
me sentí como un exiliado
aunque no lo era.

IV
París, me caga tu sucesión de tardes frías
En Blanche había un hombre que tocaba un sax triste
Privado del amor de esas niñas insípidas
caminé sin rumbo
como abriendo un sendero entre las lomas
que caminé de niño
allá junto a mi hermano

miércoles, 8 de agosto de 2007

Tiempo

Solo un animal como el ser humano pudo ser capaz de inventar algo como el tiempo. Y una vez echado a andar se sintió devorado. En esa infinita angustia, solo un animal como el ser humano pudo creer en el tiempo más allá del tiempo. En la vida después de la muerte.

Diatriba

Vivo en una ciudad violenta
donde nadie conoce a Mallarmé
Más allá de los brazos de hormigón
Tampoco hay parques ni jardines
Solo el mismo calor
que descompone todos los cuerpos.
Tierra fértil para la larva de la mosca

Ya leí todos los libros
ahora fumo solo
encerrado en mi cuarto
Si muero marcharé como un paria
lejos de los pueblos solidarios

Cómo me aburres San Salvador
Me oblitera tu ignorancia supina.
Para pasar el tiempo colecciono postales
ciudades que se me antojan mías
pero no lo son
La Habana-París
México
Carcasonne y Firenze.
Espléndidos lugares
que me exigen pasaporte

Tú sigue en tu indómita carrera
esta tarde no encuentro puesto
y te escupo en la cara
sin el menor atisbo de culpa

Lugubrious galería

(A Francisco, après sa mort)

Vivo de milagro y apenitas
porque a diferencia de otros
nadie ha decidido ponerme aún una cruz sobre la frente.

Vivo incómodo y escondido
agazapado, mitad inerte, mitad dormido
acaso para no sufrir que el infierno son los otros

Vivo, a veces mal y a veces peor
como solo se puede vivir entre los tuyos
fugitivo de la pegajosa fugacidad que nos envuelve

Y si paso de hoy
¿le pondrán precio a mi cabeza?
Y si me quedo
¿marcharé lúgubre hacia el cadalso?

Y si así es, que así sea
Y sea rápido
Mañana al amanecer no quiero ver tu cara
maldita ciudad de mierda
tu nombre de santo no alcanza a cubrir
tu lascivia
tu obscena obsesión por la sangre de los inocentes.

martes, 7 de agosto de 2007

Elegía para la mujer del futuro

Desvélate
hazte presente
encuéntrame en la alquimia de los azares
para que celebre tu nombre
sonriente
como un marinero en el Bósforo
a las puertas de Bizancio

Hermano lobo

Yo reivindico tu piel cansada
tus intentos fallidos
tu panza suturada
tus pulmones exhaustos

Me hermano contigo
en la manada de los antihéroes
y clamo por nuevas páginas
donde no te haga falta
ni tiza
ni harina
ni disfraz de octogenaria

y donde seamos
uno y uno solo
todos los burlados
caminando en la senda correcta de la revancha

Breve esbozo para una pareja tonta

Aunque enclavados en el corazón del subdesarrollo, los dos estaban cómodamente sentados en un café de talantes parisinos. Él, de unos 26 años, discurre con una verbosidad excesiva. Trata de impresionarla. Ella, de unos 22, escucha. Se limita a responder con una sonrisita tonta a las monerías de su acompañante. Sabiéndola una presa fácil, se adentra con aplomo en un insufrible soliloquio sobre la historia política estadounidense. Con su "café viennois" humeándole en las alas de la nariz, pretende ilustrarla, se zambulle en los vericuetos de la fallida invasión de Bay of Pigs (Playa Girón para los ortodoxos cubanos), el episodio de las ojivas y la apremiante retirada de Kruschev; el magnicidio de Kennedy; la supuesta homosexualidad de J. Edgar Hoover, el atentado contra Reagan, la guerra del golfo y de nuevo Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush, Clinton y Bush Jr. Cuando él termina su cadena de hitos históricos, ella, atónita, suelta unas preguntas ligeras. Tan ligeras como su conocimiento.- ¿Dónde aprendiste todo eso? ¿En una película? ¿En internet?El sustantivo “libro” no le dice nada. Es sólo una voz antigua y desusada. Un artefacto vetusto y tedioso, herencia inútil de generaciones pasadas.

Winter tristessa

Invierno, oigo tus pasos despreocupados y lentos llegar
posarse sigilosos y cristalinos sobre el rumor del río
sibilino caminante de levita gris y bufanda malva
sales a mi encuentro de entre los alisos y las tilas
te descalzas los guantes y me palmeas el rostro
de una bofetada seca que me saca los colores
luego vagabundeas cerrando puertas y ventanas bermejas
y te vas sobre los techos dejando caer un silencio frío
entonces regresas, te sientas junto a mí en las escaleras
que ascienden solitarias hacia la punta de la colina
garabateas con grafito el banco blando de las nubes.
Calmo y lívido deshojas el último tallo del otoño.
Y yo, trémulo, me sumerjo en una reconfortante tristeza
Como un acordeón revoloteando en una canción de Piaf
como un piano tomándole la mano a la voz de Yves Montand.

Manifiesto

Quién desea hacerse un nombre entre sus nombres
Rivas, Menen, Dalton, Armijo
tomar la Minerva a patadas
darle baños de asiento
tirarle una pedrada y dejarle un soberano chindondo
sacudirla, desmoronarla y refundarla
piedra por piedra,
hasta dejarla nuevecita, resplandeciente, adecentadita
como niña bien, de sexo virgen

Quien desea darle fuego a la bandera
recortar con el filo de los versos, los bigotes de los militares
soltar una frase de mecha corta
que nos remueva el letargo, el luto, la pesada herrumbre del egoísmo
y escribir un país incómodo, sin paredes, ni alambres de púas
Inquieto, vivaracho, bonachón
como bohemio educado, pasado de copas

Quién desea sentarse en la ancha mesa de Dios
recibir una ardiente bofetada y aún así seguir sonriendo
buscar excusas para escupir, injuriar y beber
Mirar los translúcidos calzoncitos de las niñas
Y luego gritar, como un loco
como un urogallo entre las coníferas

Y sin embargo, no
nadie
pobres de nosotros
que renegamos de ustedes
malditos poetas
malditos
exiliados a Casiopea de donde nunca debieran regresar
caínes de la Tierra
prestidigitadores de desgracias
heraldos de la ruina y la confusión
descreídos, jayanes, borrachines,
vagabundos, aventureros, malablados

Y, sin embargo, no
nadie
pobres de nosotros
que marchamos en la bruma
con la altiva certeza del clarividente
ciegas luciérnagas
ciegas
cebadores de tripas
famélicos de reconocimiento
mojigatos, ignorantes, cazabrujas
apáticos, temerosos, rastreros

Urgentemente habrá
que recuperar la palabra sincera
el gesto simpático y buenumorado
la respuesta corrosiva
revalorar la postura incorrecta
poner de moda
otra vez
el absurdo
desterrar quizás
y por qué no
de una vez por todas
-estúpido hombre masa-
perniciosos y cargosos vocablos
riqueza
fama
consumo
dinero

Nico

Su nombre es Nico, vamos que se llama Nicolás, pero todos sus amigos, en una mezcla de cariño y más que nada pereza lingüística, le dicen Nico. Así, a secas. Pues bien, Nico viste a la moda: traje de modisto, corbata de seda, calzado italiano y loción freca con notas de madera y toques cítricos. Con sus lentes oscuros, y los ojos clavados en el asfalto, Nico, rara vez vuelve su mirada cuando a bordo de su TT coupé –tapicería de cuero, color plata cromo–, cruza la ciudad. No es petulancia, ni esnobismo. Es clase. Y Nico la tiene. Es así. Nació así. ¿Cómo explicar? Eso se trae. Se tiene en la sangre. Muchos que no lo conocen, le reprochan eso. Lo califican de altivo. Como si la altivez tuviera algo que ver con la elegancia.Pero más allá de eso, en su círculo, Nico es jovial. Sobre todo con las mujeres. Y a ella les encanta. Les gusta su mirada profunda. Su sonrisa franca. Su piel bronceada que lo hace verse tan poco de aquí, tan mucho de allá, de mares lejanos, de sabor a coco y especies calientes. Su cuerpo de figurín de revista. Su pelo díscolo e inquieto. Y su muñeca izquierda donde cabalga un soberbio reloj suizo. Sobre todo su reloj, claro. A ellas les encanta su reloj. La esquisitez y el buen gusto que transmite. Su distinción. No hay afrodisíaco alguno como el poder. Como a todos, a Nico le gusta la fiesta. Combina con el alcohol. No cualquiera, por supuesto. Champagne de preferencia. Algo moderado. Burbujeante, ligero y afrutado al paladar. Que no haga perder la razón. Que no duela si se le ocurre subirse al día siguiente en su jet y amanecer en Marrakech, en Malta, en Creta. Con la rubia esa que le coquetea desde lejos y que deja adivinar que lo único que usará para dormir esta noche es su collar de Baccarat.Nico ama la tele. Por las mañanas, antes de salir se queda embobado viéndola. Sin perder cuadro. Como un niño. Se cree todo lo que los avisos venden. Cuando ya se le hace tarde, la apaga, refunfuñando. Deja ordenado el mando a distancia. Se mete un poco enfadado al baño y se mira en el espejo: la calvicie abriéndose paso entre unas mechas ralas, sus ojos hundidos, sus orejas muy pequeñas para su gusto, su vientre abultado y velludo, su color pálido tan poco saludable, tan poco atractivo. Hoy como ayer, como hace 10-15 años, como una vida, se siente tan desdichado, tan poco él, tan poco ese hombre que piensa ser. Por eso odia el espejo. Por eso. No encuentra la hora en que vuelva a sentarse frente a la tele. O por lo menos toparse con una valla de carretera. Cuestión de que le recuerden cómo es su verdadero yo. Ese que viaja en un Audi TT coupé. Nada más.

Ciudad blues

Ciudad puta
Esta noche pasan “El trío perverso”, en “Le Beverley”
El último cine porno de la urbe.
14, Calle de la Ville Neuve
alfombra de colillas, sonrisas cariadas de onanistas empedernidos.
Desde la mansedumbre de tus bosques nocturnos se eleva el olor a sexo
Sexo sin papeles venido del este
rubio lamento de nalgas aduraznadas
Burdeles encortinados, par de tetas en neón
Pigalle, Porn-o-ramas y sex shops.

Ciudad triste
frío parloteo de palomas
café de callejón, olor a pipa y thé a la menthe
aguás la vida con tu lluvia fina
En tu atardecer húmedo de retumbos grises
llenás de paraguas las venas que corren junto al río
Postal cansina de puentes congelados
ulular de viento entre chimeneas plomizas
Transitar silente de plazas y jardines
Invierno marchito en Daumesnil, Viviani, Quai de l'horloge.

Ciudad de malta
notas de jazz y bossa nova
Congregás a tus fieles en el ritual de los brindis fáciles
Entretardes te hacés fútbol y encendés el fuego de nuestras gargantas dormidas
Obligás escalas en bares perdidos
(L'Universel, Le Martini, Le Pantalon)
Jenlain y Camembert
Vino barato, hachís, kebabs
Y la noche entera yéndose frente a la Gare d'Austerlitz
Bulevares mojados, hipo de esquina, aviso de resaca

Ciudad flor
El sol coquetea con las faldas de Trocadéro
Con los dedos aún tullidos del invierno
te trenzás un collar de acianos y amapolas
carruseles, globos, barcos de papel
vuelven las ondinas a tus fuentes y estanques
Buttes Chaumont, Montsouris, Vincennes
Y sobre la colina de la Sainte-Genevieve
tu péndulo oscilando sin parar
una y otra vez
por siempre
ciudad eterna

Cuadernos del exiliado

A Roberto Armijo

En el 7ème arrondissement de París, a la sombra del Hôtel des Invalides, donde dicen que descansa el emperador, hay una plaza. Una cosa de nada. Dos por dos metros. Tan ridículamente pequeña como el paísito 'e mierda que representa. El poeta extranjero acosta en esa isla de tierra arcillosa y se sienta sobre una banca para ver el cotidiano ritual de las palomas vespertinas. El vientre abultado a puro whisky, las ojeras cavadas por la melancolía. Una retahíla de versos tristes enredados en la barba despeinada. Rígido luto por el recuerdo que no termina de morir. En el glacial deslice de las nubes primaverales, escucha. Alucina. Cree descubrir el grito de las gaviotas del Pacífico. La humareda de la cocina de leña de su madre.

The grapes of wrath


A T.B. Todo el desconsolado y doloroso amor, carajo.

La felicidad es una isla luminosa
a sotavento
Y aquí llueve
Y nosotros pasajeros del naufragio
nos deslizamos en la borrasca de los desencuentros
fluimos, derivamos
nos reventamos en la bravura del mar
de los enojos.
De nuevo, por siempre
Soñando con una isla a sotavento
Donde difícilmente llegan los galeones mercantes de la cólera
A B. Musa primera en los albores del tiempo

Fundemos un jardín en el medio de los mares
y colguemos lunas en los traspatios de los mundos
arrojemos luceros en los lagos de la noche
y robemos coronnas borealis que adornen tu frente
Dibujemos galaxias con la forma de tu nombre
secuestremos cometas en el hueco de las manos
que rueden planetas bajo el calor de tus suspiros
reinventemos las estrellas en la pereza de tus pechos
Busquemos un rincón deshabitado y poblémoslo
de circos, ferias, carnavales
de caricias que se enreden en tus dedos

Incendiario

A la mía Beatrix

Me sorprendió la grave insolencia de tus calmas
la divina complejidad de tus sombras
la ennoblecida tinta que sale de tus manos
el engreído silencio que insulta mis preguntas
Pero cabalgo el dorso desnudo del vértigo
la cresta rebelde de tres siglos que vuelve
de vez en cuando atropellando mis edades y mis miedos
El rostro infantil de una revolución de mariposas
se sacude toda complicidad en mis narices
y escapan los soles errantes
que había confinado en un rincón de mis gavetas
Y entonces sucede que olvido
que mi pecho se convierte en un campo laborable
donde siembras violines
otoños
lunares
Sobrevolamos tierras doradas
nos convertimos en emperadores
reyes solitarios y vagabundos
de ciudades desiertas y agobiadas
¿Qué tal si les prendemos fuego
con los besos que nos quedan?

Los de adentro

Comenzaron levantando un muro. Redoblado, por si acaso. Nadie sabe qué malévolas técnicas de robo perfeccionarían. Le siguieron pequeñas puertas con innumerables cerraduras. Pusieron cerrojos, candados y cadenas. Taparon calles, bloquearon accesos y tapizaron las calles con túmulos. Pusieron retenes y en cada esquina, un policía. Se encargaron de esconder y dejar al margen con monstruosas estructuras -centros comerciales, cines y supermercados, símbolos inequívocos de la bonanza macroeconómica, señalaba el ministro- las casuchas derruidas y miserables, cuyas centenarias raíces se habían enquistado en las quebradas vecinas. Ese mundo “de afuera” que tantos temores generaba, quedaba, así, maquillado. De momento.Pero el miedo siempre podía más y volvía, incisivo a acecharlos. Así que se armaron, y consiguieron guardaespaldas. Protegieron sus casas con modernos sistemas de seguridad y blindaron sus carros contra cualquier arma imaginable. Prohibieron a sus hijos salir de noche y a sus mujeres pasearse solas. “Los de afuera son peligrosos”, les decían.Sin embargo, a pesar de los cuidados, los secuestros se sucedían uno tras otro y los robos a los bancos causaban furor en la una de los periódicos. Entonces duplicaron esfuerzos. De la desconfianza al vecino hicieron el pan diario. Sellaron puertas, instalaron extensas hileras de filosos “razors” y sensibles alarmas y procesaron penalmente a todo aquel sospechoso que viviera despreocupado, libre de esa corriente “aseguradora”. Se aprovisionaron lo suficiente para evitar salir y se terminaron encerrando en sus confortables casas (teléfonos inalámbricos, internet y televisión por cable incluidos, por supuesto), hasta olvidar por completo dónde habían escondido las llaves.En su precipitada carrera por su seguridad personal no se dieron cuenta que al fin se habían escapado. Aquellos que tanto temían estaban fuera. Y ellos habían quedado seguros. Irremediablemente adentro. Para siempre.

Declaración de fe

Después de todo, quizás, la única certeza sea que estamos solos. Admitir la influencia directa o indirecta de cualquier tipo de divinidad en nuestras vidas -eso que llamamos Providencia y a la cual apelamos constantemente por medio de la oración- sería legitimar la complicidad criminal de Dios en la Historia.¿O es que acaso puede ese ser que asimilamos al concepto de bueno, intervenir benévolamente en algunas ocasiones y complacerse en la total indiferencia en otras?