viernes, 14 de septiembre de 2007

Entremares

La noche cavó en mi rostro
ojeras
grandes
oscuras
como tumbas
solitarias
donde esperaba sepultar
las muñequitas rusas
que contenían tus cenizas bienamadas
Pero Panamá clausuró mis ritos funerales
y me lanzó de nuevo a la calle
con mis ridículas muñequitas
en las manos
como un extraño entre extraños
como un viajante deportado
regresando siempre
al mismo punto de partida
En el aire sofocante y húmedo
las lancé una y mil veces maradentro
y una y mil veces regresaron
a mis pies
riéndose de mí
recordándome que
el olvido no es posible
al menos no
en este lugar de tránsito
donde se encuentran los mundos
donde indefectiblemente
se abrazan los océanos

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