domingo, 10 de agosto de 2008

Reflexiones sobre el retorno

Volví a la casa materna
y reencontré los rincones familiares
la taza de café humeante
la amplia tarde arrullando en el cuenco de sus manos
tibias
una bandada de palomas
el desvalido reloj, inmóvil de años
el pan generoso de mi madre

En la noche toda llena de grillos
escuché las risas distantes de unos niños
Risas que me hicieron reír
porque me recordaron que tuve también un día
la despreocupada alegría de un infante
un pequeñísimo mundo azul y luminoso
de paredes bajas y céspedes lisos y aromáticos
donde resonaban limpias las voces de mis ancestros
y yo encajaba exacto como el sol detrás de los volcanes

Pero ahora que regreso a la ciudad extranjera donde habito
veo a lo lejos a los obreros
como hormigas mínimas
cincelar bajo la lluvia, las casas de hombres que no conozco
y para los cuales tampoco no soy nadie

Ajenos me resultan estos árboles
que no vi crecer
como ajenos son
el acento de esta brisa entre sus ramas
y la tierra que sustenta sus raíces

Breve es el día, como en casa
y aún así me es desconocido
porque es otro su perfume
y es otra su andadura

Tampoco conozco esta noche
fría y silenciosa
que despliega libre el portento de sus alas
sobre mi ridícula y huérfana soledad
“No eres de aquí”, me dice
“¿Es que acaso soy de algún lado?”, pregunto
“Quizás”, pienso
“solo soy de un tiempo que se ha ido
y que ha pasado”.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Demasiado poético para mi gusto.
Creo que le hace falta un poco, solo un poco, expresar el humor de las actividades cotidianas realizadas durante la visita a la casa materna y demás familiares.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por su comentario.