A Rocío
¿Serás tú quien al final se balancee
en el inequívoco tañido de mis esmeraldas?
¿Quien me invite a hundirme
en tu fulgurante tintineo de turquesas?
¿Quien me arroje solícita
a la delirante esquina de la risa?
Libérame tú, del pulso vertiginoso
de la duda razonable
y hazme arder súbito
como el último rastro de aceite
de tus venerables lámparas
Desintégrame
inquieto manojo de chispas
Abrásame
en tu delicioso cosquilleo
y enlázame a tu secreto llamado
a tu aleteo
¡Oh, tú, colosal mariposa de fuego!
que te abres paso
entre los lomos dorados del desierto
desde donde podremos ver
juntos por fin
el ocaso de los tiempos
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