martes, 19 de abril de 2011

El alumno menos aventajado

Nunca me colgué el cartel de favorito
En el camino de la mies
flaquearon mis piernas
y la sangre de la presa
espantó a mis fauces inexpertas
Me deslumbró el ardor de la promesa
Se desorientó mi paso
en el fragor de la carrera
y me perdí en veredas candorosas
vagabundas
apátridas y taciturnas

Nunca se inyectó de orgullo mi mirada
Ni supe de preseas, ni de falsas palmaditas
De lejos fue que vi al mundo
correr y girar
y a mis hermanos coronarse
con el mismo laurel
de héroes y de mártires

Y aún así
manifiestamente inútil
el vergonzoso retrato del bueno para nada
de la familia de los hombres
no podría mi pecho otra cosa más
que recibir a manos llenas
esta dicha rosácea y tibia
atildada y firme
por haber, a lo largo de todos estos años,
retozado desnudo
junto a esta libertad
que no entendió nunca
de límites
ni de gestas
ni de pretensiones pretéritas
de ningún signo.

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