Yo quería ser bueno y aplicado
como un monaguillo de iglesia
y voltear la otra mejilla
cuando fuera necesario
Yo deseaba inundar de solemnísimos tedeum
las cuatro esquinas del futuro
y tapizar de encendidos exvotos
los muros del reino de los cielos
Yo quería seguir con riguroso afán
la liturgia de las horas
y arder aromáticos inciensos
en los altares de la gloria y la virtud.
Pero la otra noche
el odio latigó con lazos de sangre
mis buenas intenciones
desbarató mis clepsidras
y mis veladoras
y me dio a probar el fondo amargo de la absenta
para que termináramos, entre los dos,
echándonos a suerte
las ropas de la culpa
Ciego y excitado
Agité las campanas del jardín de los súcubos
Alcé mi mano a la desbordante mano de Satán
Y con un ardor de tripas placentero
A través del brutal bramido de la locura
Descubrí los llanos promisorios de la venganza
Y fue insoportablemente hermoso
Indefectiblemente humano
Demencialmente sacrílego
Como un Calígula
Ímpudicamente feliz y despiadado
miércoles, 2 de abril de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario