Una tarde en Manhattan, un paseo y el placer de volver...
Te reencontré a boca de noche
sofisticada multimillonaria y mendiga
con ese tono gris-octubre
que te sienta tan sexy
medias negras y botas de otoño
Impúdicamente gringa
espléndidamente universal
glamourosa, cosmopolita
acrisolada Babel
cruce de culturas sin fin
frenético hormiguero
casa abierta
irremediable insomne de rasgos esquizoides
que ya no sabe ni quién es
irlandesa e italiana
boricua, judía, afro, china, rusa, polaca
turista, wetback, homeless
multitud de blondies on the run
nervioso broker, entre bull and bear
andando siempre de puntillas
sorteando el abrupto desplome de los mercados
fusión de Cartier y Burberry
Zegna, Gucci, Prada
rosa salmón y light blue
homosexual sin prejuicios
banquera exitosa
estrafalaria y classy
pretzels, honey roasted nuts
gyros y hot dogs
presumida orgullosa de tu skyline modernista
gótica, conservadora, clásica
vanguardista y antigua
llena de alcantarillas humeantes
y yellow cabs
artista bohemia
pobre soñadora de strawberry fields
y de la diplomacia global
loca del ritmo sincopado del stop and go
choque de paraguas en Lexington Avenue
perfume de mundos incontables
all in one incomparable
envolvente y sensual invitación
que grita y grita
vuelve, vuelve, vuelve.
domingo, 28 de octubre de 2007
jueves, 18 de octubre de 2007
Réquiem por las tres diábolicas personas
Ha caído su satánica majestad
ha caído
se callaron los gritos y el jolgorio
paró la música, el baile, la conversa
se desvaneció la euforia
se apagaron las luces
desapareció el rincón del esnife
el derrame de cerveza, la barra atestada
nos fuimos a dormir todos
inquietos
con la melancolía bajo el brazo
como recordando una época
de nuestras agitadas vidas
que con certeza no volverá jamás
ha caído
se callaron los gritos y el jolgorio
paró la música, el baile, la conversa
se desvaneció la euforia
se apagaron las luces
desapareció el rincón del esnife
el derrame de cerveza, la barra atestada
nos fuimos a dormir todos
inquietos
con la melancolía bajo el brazo
como recordando una época
de nuestras agitadas vidas
que con certeza no volverá jamás
martes, 2 de octubre de 2007
Memoria de las ofrendas
Y entonces amor
habrá que recordar que fuiste mía
que fui tuyo
que fuimos uno
en la acalorada mansedumbre del vino
donde perdimos nuestros nombres
y donde ya despojados y sin voz
nos llamamos el uno al otro
únicamente
a través del rítmico oleaje de nuestros cuerpos
Invitados a la patria de los grillos
celebramos los estertores de los alebrijes
sembrando temblorcitos
de vocaciones infinitesimales
soltando aterciopeladas avalanchas de rocíos
en las alcobas de la noche
Poco más que ceniza quedó de la urgencia de las campanas
y de la garganta de los jilgueros
que velaron con lámparas de aceite
nuestros acompasados diminuendos
Y despertamos en la sobriedad de los trigales
buscando el camino exacto y ardiente
que nos devolviera a la embriaguez
del deseo primigenio
Por sobre la avasalladora campaña del tiempo
quedas intacta
quedo intacto
quedamos uno
y uno solo, resistiendo
En las helicoidales escaleras de la memoria
ya nadie puede borrar nuestros tibios momentos de las ofrendas
ni siquiera esta lluvia de la última tarde de septiembre
que parece llevarse todo a su encuentro.
habrá que recordar que fuiste mía
que fui tuyo
que fuimos uno
en la acalorada mansedumbre del vino
donde perdimos nuestros nombres
y donde ya despojados y sin voz
nos llamamos el uno al otro
únicamente
a través del rítmico oleaje de nuestros cuerpos
Invitados a la patria de los grillos
celebramos los estertores de los alebrijes
sembrando temblorcitos
de vocaciones infinitesimales
soltando aterciopeladas avalanchas de rocíos
en las alcobas de la noche
Poco más que ceniza quedó de la urgencia de las campanas
y de la garganta de los jilgueros
que velaron con lámparas de aceite
nuestros acompasados diminuendos
Y despertamos en la sobriedad de los trigales
buscando el camino exacto y ardiente
que nos devolviera a la embriaguez
del deseo primigenio
Por sobre la avasalladora campaña del tiempo
quedas intacta
quedo intacto
quedamos uno
y uno solo, resistiendo
En las helicoidales escaleras de la memoria
ya nadie puede borrar nuestros tibios momentos de las ofrendas
ni siquiera esta lluvia de la última tarde de septiembre
que parece llevarse todo a su encuentro.
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